Nació en Queens, Nueva York, un 14 de abril de 1973 y es un actor único, -con esa nariz que se rompió en el rodaje de El verano de Sam (Nadie está a salvo de Sam) (1999), uno de sus rasgos más distintivos-, que puede presumir de varios récords. Con 29 años se convirtió en el más joven en recibir el Oscar como protagonista. Fue por El pianista (2002) y le quitó la marca a Richard Dreyfuss, que tenía 30 cuando lo ganó por La chica del adiós (1977). Es uno de los dos únicos intérpretes estadounidenses que han ganado un César, el equivalente francés al Oscar. La otra es Kristen Stewart. A los 13 años ya había hecho una obra de teatro en el Off-Broadway y luego está el famoso beso que le dio a Halle Berry cuando le entregó a la actriz el Oscar.
El padre de Adrien, Elliot Brody, es un profesor de historia jubilado de ascendencia judía polaca que perdió a familiares en el Holocausto. La madre, Sylvia Plachy, es una famosa fotógrafa nacida en Hungría, que huyó del comunismo cuando era niña durante la revolución de 1956. El abuelo materno de Adrien era de origen húngaro aristocrático, mientras que su abuela materna era de ascendencia judía checa (sus propios padres, los bisabuelos de Adrien, fueron asesinados en el Holocausto).
Con esos antecedentes, el actor ahora estrena The Brutalist, la monumental película que le tiene a él como absoluto protagonista. Esta no es la primera vez que el actor trabaja con material histórico y con acentos de Europa del Este. Ahí está el compositor judeopolaco y superviviente del Holocausto Wladyslaw Szpilman de El pianista. “Para poder encarnar a László Tóth en The Brutalist, tuve que construir un personaje basado en una base verídica. Me basé en dos profundas influencias de mi vida: crecer como hijo de una refugiada húngara y representar las memorias de Wladislav Szpilman tal y como se narran en El pianista. Aunque se trata de dos personajes totalmente distintos, los meses invertidos en investigar y conectar con el pasado de Szpilman y los horrores de esa época es una experiencia que sigue atormentándome y que me ha brindado una comprensión emotiva de las desgarradoras experiencias y pérdidas que conforman el viaje de László a Estados Unidos como refugiado”.
La conexión de Brody con Hungría es anterior a la película por su madre, Sylvia Plachy, una mujer que al igual que László Tóth se convirtió en refugiada, emigró a Estados Unidos y persiguió su sueño de ser artista. “Vi en esta película una historia de silenciosa perseverancia y de alguien con la necesidad de luchar por alcanzar la excelencia. Incluso cuando te arrebatan la propia tierra que pisas”.
Trabajando a partir del guion de 168 páginas, el equipo grabó una media de 7 a 10 páginas al día, con Hungría como localización principal, un país donde Brady Corbet, el director, ya había grabado su primer largometraje, La infancia de un líder, hacía diez años y donde Brody tiene raíces familiares. “Rodar ahí me ayudó a arraigar mi labor de un modo muy distinto a si lo hubiéramos hecho en Pensilvania. Budapest es un lugar precioso y la arquitectura es increíble. Hay estructuras admirables allá donde dirijas la vista”.
La conexión entre actor y personaje era evidente. Y Brody se lanza al abismo en una interpretación que le podría valer su segundo Oscar. “Es maravilloso contar con un enfoque narrativo que ofrece suficiente tiempo con un personaje como para ver y experimentar una vida al completo. A menudo, te adentras en el meollo de la acción y ocurren cosas en una historia, pero no conoces realmente a la persona con la que estás haciendo ese viaje. Esta película abarca 30 años de la vida de un hombre”.
The Brutalist se estrena el 24 de enero