Que la actriz Megan Fox siempre ha sido «rara» es una verdad como un templo. Que su carrera en el cine se terminó por «bocazas» es otra realidad. Megan no se corta y dice cosas muy raras. La última, nos explica su curioso método para ir en avión sin sufrir un ataque de pánico: «Al cumplir los 20 años desarrollé de pronto un terrible miedo a volar. Así que me propuse buscar una manera de contrarrestarlo porque no quería sufrir ataques de pánico cada vez que me subía en un avión. Tengo muy claro que no está en mi destino morir escuchando una canción de Britney Spears, así que siempre que voy en avión escucho un CD de ella».
Megan hace poco cine, para tristeza de sus fans, pero pronto la veremos en Expend4bles, con ese cuatro en medio que nos dice que es la cuarta entrega de la saga Los Mercenarios. Esa es una película de categoría comparada con los subproductos en los que ha terminado, cuando podía haberse convertido en una estrella. Es lo que tiene comparar al director Michael Bay con Adolf Hitler, «es como Napoleón y quiere crear esta reputación de loco insano e infame. Quiere ser como Hitler en sus platós, y lo es», decir que le tiene miedo a Angelina Jolie porque «es una persona poderosa y seguro que me comería viva» o asegurar que para nada quiere ser como Scarlett Johansson, «no tengo nada en contra de ella, pero no quiero tener que pasar por las entrevistas en plan: Tómame en serio, soy inteligente, puedo hablar. No quiero tener que hacer eso. Me molesta tener que demostrar que no soy una retrasada mental, pero lo soy. Y en parte es culpa mía».
